1 de febrero de 2010

Habló Cabrero


Siempre que habre la boca San Ramón, deja cosas interesantes para analizar. En esta oportunidad dialogó con cancha llena y dejó dos notas imperdibles.

Cabrero primera parte


Un viaje de Lanús a Medellín

Sin dobles discursos, ni mucho menos con declaraciones estridentes, ni altisonantes. Siempre con un perfil bajo, pero sincero. Muy sincero y frontal. Desdramatiza el fútbol. Le quita presión y hasta lo hace más terrenal. Así de fácil resulta definir a Ramón Cabrero, el ahora entrenador de Atlético Nacional, de Medellín, que nunca olvida sus orígenes en el club granate. Después de su familia, su otro gran amor.

Su actual equipo realizó la pretemporada en Buenos Aires y La Nación estuvo en el Hindú Club, predio que el DT eligió para hacer la pretemporada un poco más cerca de sus afectos. "Tenía ganas de trabajar un año afuera de la Argentina porque estoy muy identificado con Lanús. Mi idea era irme por un año para regresar a medidos de este año. Y fue una buena experiencia porque Atlético es un club muy grande, con una gran hinchada. Ellos [por los dirigentes] querían que hiciera un trabajo similar al que hicimos en Lanús para promover jugadores jóvenes", abre el diálogo.

-¿Cómo analizás tu segundo paso como DT en el fútbol internacional?
-Arrancamos más o menos. Trajimos a Jairo Patiño pero se rompió los ligamentos en el primer partido y perdimos a un jugador muy importante. Además al chico [Edwin] Cardona la selección Sub 17 se lo llevó y casi no lo pudimos utilizar. No llegamos a la final por un punto que la terminó ganando Independiente de Medellín.

-¿Qué les faltó?
-Fútbol. Teníamos el 50% del trabajo realizado. De mitad de cancha para atrás anduvimos muy bien pero nos faltó generar juego. El equipo se defendía muy bien pero fallaba arriba, en la zona de definición.

-¿A qué llamás jugar bien al fútbol?
-Jugar bien es que un equipo técnicamente tenga buenos jugadores en la zona de gestación. Por ejemplo, Lanús jugaba bien con chicos como Valeri, Blanco… Acá con Cardona se juntó a [Víctor] Ibardo empezamos a jugar mucho mejor. Uno a veces puede ganar pero no quedás satisfecho sino lo hacés con un gran despliegue.

-¿Qué conocías del fútbol colombiano?
-Nada. Realmente nada y eso hizo que costara un poco más porque uno tiene que conocer a los jugadores que más le gusta y a eso sumarle chicos jóvenes que, en definitiva, son una caja de sorpresas.

-¿Por qué sucede eso con los jóvenes?
-Por la edad. Por eso, hay que llevarlos de a poco para que consigan un equilibrio. No es tan fácil en tan poco tiempo que un jugador se consolide. Un superdotado, como [Lionel] Messi, aparece y marca la diferencia.

-¿Hay de esos en Colombia?
-Es muy difícil. Pienso que los chicos Cardona e Ibardo tienen muy buenas condiciones, pero no para decir que son superdotados. Además, hay una gran diferencia entre el fútbol colombiano y el fútbol argentino en lo que respecta a inferiores. Allá no hay campeonatos como los de AFA porque en la Argentina están los mejores campeonatos del mundo de inferiores y se arranca de muy chico hasta que competís en inferiores. En cambio, en Colombia, como en otras partes del mundo, eso no pasa.

-¿Entones cómo se detectan los talentos allá?
-Tarde. O de repente hay una par de categorías que compiten entre ellos. No hay un campeonato en toda Colombia, pero sí hay uno en Medellín y en otras ciudades. Es más complicado.

-¿Es distinto el jugador colombiano al argentino?
-Es muy dócil. Te pregunta mucho. Eso me sorprendió. Quizá ven el fútbol de otra manera, pero son respetuosos y aplicados al trabajo. No esperaba encontrarme con jugadores tan disciplinados.
-¿Con qué ciudad te encontraste?
-Medellín es una ciudad hermosa. Vivo en un departamento en un sexto piso y parece que estás bajando de un avión. Porque está rodeada de montañas con una vegetación hermosa y con 25 ó 30 grados todo el año. La gente es muy agradable. El hincha y la gente colombiana son muy respetuosos.

-¿Cómo se vive un clásico allá?
-Es diferente. Nosotros tenemos que aprender de ellos. Sí o sí. Son muy educados. Se respetan. Cargan pero con una medida.

-¿Se puede aprender?
-Es difícil porque estamos viviendo una crisis social en todo sentido. No es sólo el fútbol. Se perdieron los valores en muchos aspectos y es complicado cambiarlo. La violencia en el fútbol creció y está incorporada lamentablemente.

-¿Con qué idea fuiste respecto a la violencia, al narcotráfico…?
-No me fui con una idea mala. Lo que escucho mucho es que con el presidente [por Alvaro Uribe] se mejoró mucho. En Medellín uno vive en un círculo que quizás no se entere tanto, pero no escucho que roben autos, que haya muchos asaltos. Lo que sí hay es muchas peleas entre bandas, entre barrios.

-¿Cómo ves desde allá la situación argentina?
-Miro por cable TN [Todo Noticias] y me sucede lo que nos pasa a todos cuando estamos afuera. Nos da más miedo la situación del país. Las noticias son asustantes. Es muy difícil encontrar una noticia buena en la Argentina.

-¿Cómo nos ven a los argentinos?
-Tienen admiración por el argentino. Siguen viendo un país brillante dentro de lo que es Sudamérica.

-¿Estás solo allá?
-Sí. Mi señora [Noemí] estuvo 40 días y se volvió. A ella no le gusta para nada esta profesión. Por eso, es que estuve casi 10 años fuera del fútbol.

-¿Por qué?
Porque es una profesión que se sufre, pero más sufren tu señora y tus hijos.

-¿Sufrías más como jugador o cómo técnico?
-Como técnico. Yo como jugador no sufría. Me hacía mala sangre pero hasta ahí. Como jugador te hacés mala sangre por vos. En cambio, como técnico te hacés mala sangre por 18 personas. Sos el culpable de todo. Y llegan momentos en la vida que uno quiere estar más tranquilo.

-¿Qué cosas no soportás del fútbol?
-La ingratitud. Hay que ser más agradecido con muchos ídolos que le han dado al club.

-¿Se dramatiza mucho el fútbol?
-Sí, demasiado y esto no deja de ser un juego. No puede ser que un partido sea de vida o muerte. Hay muchas presiones. La televisión magnifica todo. No podés volverte loco por un partido de fútbol. Cuando ganás sos un dios y cuando perdés no servís para nada. No es así. Un gol no cambia tanto las cosas.

-A fin de mayo termina tu contrato, ¿regresás o te quedarías?
-No. Ya está decidido. Cumplo el contrato para volver a Lanús para encaminar el trabajo que teníamos en marcha, donde tengo contrato por 4 años. Cuando me fui tanto Alejandro Marón como Nicola [por Nicolás Russo] me dijeron que vaya y que el puesto en el club era mío.

Cabrero segunda parte

Zubeldía, la edad y la autocrítica

El paso de Cabrero por Lanús dejó una huella difícil de borrar. Logró el primero título para el Granate [el Apertura 2007] y un sinfín de jugadores que nutren al primer equipo y a varios equipos del mundo por un valor de US$ 45.222.119. Cuando Ramón decidió dejar la conducción del primer equipo no lo dudó. Pidió que Luis Zubeldía, su ayudante de campo de entonces lo suceda en el cargo.

-¿Extrañás a Luis Zubeldía como ayudante de campo?
-Tuve una comunión muy buena con Luis. Trabajamos poco más de 3 años juntos. Tengo la particularidad de darle mucha participación a mi ayudante de campo. No lo tengo para que le patee al arquero. Me gusta que opine, que participe. La realidad es que cuando hacía un cambio lo analizábamos juntos. Ahora estoy con [Angel] Mamberto que lo había tenido en mi primera etapa en Lanús [en 1987]. Como todo, esa afinidad lleva un poco de tiempo. Con Luis no era lo mismo el primer año que el segundo. Una persona joven con la capacidad de Luis sumado a mi experiencia le dio mucho al grupo. Estoy convencido que los cuerpos técnicos deben estar balanceados de esa manera.

-¿Cómo manejás la diferencia de edad con respecto a los jugadores?
-No es algo que cueste porque ahora los jugadores son mucho más inteligentes que 30 o 40 años atrás. No hay jugadores que salen a entrenar y se esconden detrás de un árbol. No hace falta pasar por la habitación para saber si está acostado. Son muy profesionales. Entre ellos mismos no se permite eso.

-¿Eso pasaba en tu época de jugador?
-Sí. Pasaba mucho. Era común que en la concentración algunos se acostaran tarde. La época marcaba eso. El fútbol no era tan profesional como ahora. Esa es una batalla que los técnicos la tenemos ganada. A mí si hay algo que no se complica en los planteles es el manejo. Soy un tipo frontal. En mi equipo juega el jugador que mejor está. Defiendo al jugador cuando debo hacerlo y lo hago a muerte…

-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo, en Lanús un jugador muy criticado fue chiquito Bossio y para mí y para Luis era, sin duda, el titular. Hubiese sido mucho más sencillo poner al uruguayo [Claudio] Flores y me ahorraba problemas. Y ese no era mi pensamiento. Con el jugador cuando vas con la verdad, te lo termina agradeciendo.

-¿Sos una persona autocrítica?
-Sí muy. Creo que soy muy sincero conmigo mismo. A mí cuando me decían que el periodismo hablaba bien de mí porque yo le reconocía que mi equipo había jugado mal, me reía. Eso debe ser una cosa normal, natural. Porque no puedo mentir. No es normal que diga que mi equipo jugó bien cuando lo hizo muy mal. Cómo mirás el lunes a tus jugadores. Es mucho más fácil actuar así. No podés andar en esta profesión con doble discurso.